Hace exactamente 65 años, Chile vivió uno de los desastres naturales más impactantes de la historia: el terremoto y posterior maremoto del 60, ocurrido el 22 de mayo de 1960, con una magnitud de 9,5 grados Richter y epicentro en la ciudad de Valdivia. Este evento devastador dejó miles de víctimas, cambió la geografía del sur del país y marcó un hito en la historia sísmica mundial.
En esa época, la industria aseguradora en Chile era incipiente y no contaba con las herramientas ni la capacidad para responder ante una catástrofe de tal magnitud. Sin embargo, los aprendizajes que dejó esa tragedia han sido fundamentales para la evolución del sector, que hoy juega un rol crucial en la recuperación de personas, empresas y comunidades frente a desastres naturales.
Uno de los hitos más importantes en esta evolución fue el terremoto de 2010, cuando las aseguradoras chilenas pagaron más de 8 mil millones de dólares en indemnizaciones. Esta rápida respuesta permitió a miles de familias y negocios mitigar sus pérdidas y retomar la normalidad en un tiempo récord. Además de aliviar el impacto para los directamente afectados, esta reacción fue clave para la reactivación de la economía nacional, que logró reconstruirse de manera más ágil gracias a la solidez del sistema asegurador.
“El rol del mercado asegurador va mucho más allá de una compensación económica. La industria aporta en un aspecto social crucial: brinda la posibilidad de levantarse ante una tragedia sin perder el patrimonio”, explica Eduardo Riquelme, director de la Asociación Gremial de Corredores de Seguros de Chile (ACOSEG)
Preparación constante y desafíos actuales
Hoy, frente a fenómenos cada vez más frecuentes como incendios forestales, inundaciones y nuevos eventos sísmicos, el sector asegurador ha trabajado en el desarrollo de nuevos modelos de gestión de riesgo, reservas técnicas robustas y mecanismos de reaseguro que permiten responder con eficacia.
Sin embargo, aún existen desafíos importantes. Uno de ellos es el infraseguro, es decir, cuando las personas aseguran sus bienes por un valor menor al real de reconstrucción o reposición, lo que puede limitar el alcance de las indemnizaciones tras una catástrofe. En este sentido, la industria ha trabajado en fomentar una cultura de prevención y educación junto a sus asegurados.
¿Cómo pueden prepararse hoy las personas aseguradas?
Desde la industria aseguran que la anticipación es clave, “el seguro no evita que ocurra una catástrofe, pero sí puede marcar la diferencia entre perderlo todo o contar con los medios para empezar de nuevo”, indica el profesional de ACOSEG.
A 65 años de unos de los eventos sísmicos más devastadores del mundo, Chile ha construido una cultura de resiliencia y prevención en la que el seguro juega un papel central. En tiempos donde los eventos extremos son cada vez más frecuentes, contar con un respaldo adecuado no solo es una herramienta financiera, sino también una forma de proteger la vida, el bienestar y el futuro de las familias y empresas del país.